Natural
de Armenia, fue obispo de Sebaste, en esta región. Allí sufrió la persecución
encabezada por Licinio el año 316. Detenido fue condenado a morir mártir y en
su camino se enconntró con un niño a quien una espina en la garganta amenazaba
con matarle. El santo le curó, salvándole la vida. Este episodio fue el motivo
por el que se le invocase como intercesor contra los males de garganta. Su
culto difundido en Europa Oriental pasó a Europa Occidental, dedicándole
innumerables iglesias, cofradías y pueblos, que le tienen por patrón. Entre
ellos Montaverner, a quien le dedicó la capilla del crucero, parte de la
epístola y le otorgó el título de copatrón, junto con el Cristo de la Paciencia y la Virgen de Loreto.
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