sábado, 4 de febrero de 2017

San Blas.


Natural de Armenia, fue obispo de Sebaste, en esta región. Allí sufrió la persecución encabezada por Licinio el año 316. Detenido fue condenado a morir mártir y en su camino se enconntró con un niño a quien una espina en la garganta amenazaba con matarle. El santo le curó, salvándole la vida. Este episodio fue el motivo por el que se le invocase como intercesor contra los males de garganta. Su culto difundido en Europa Oriental pasó a Europa Occidental, dedicándole innumerables iglesias, cofradías y pueblos, que le tienen por patrón. Entre ellos Montaverner, a quien le dedicó la capilla del crucero, parte de la epístola y le otorgó el título de copatrón, junto con el Cristo de la Paciencia y la Virgen de Loreto.

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